El doctor Rafael Montero es coordinador del área de Pediatría del Hospital HLA Universitario Moncloa. Más de dos décadas de experiencia avalan su trabajo y su convencimiento sobre la importancia de la vacunación infantil, que reafirma haciendo un poco de historia y presentando los datos. 

Doctor Montero para entrar en el tema, cuéntenos ¿qué son y cómo funcionan las vacunas? 

La vacunación es de las mejores herramientas con las que contamos en la actualidad para la prevención de enfermedades. Con ellas, se busca que la persona genere anticuerpos ante una patología para que cuando se ponga en contacto directo con ella consiga no padecerla. 

Es una sustancia que administrada al individuo va a producirle una inmunidad. La idea, es engañar al organismo, usando microorganismos que están atenuados o muertos, para que el organismo crea que está siendo infectado y actúe generando los anticuerpos sin desarrollar la enfermedad o que la desarrolle de manera muy leve. 

Hay vacunas que ofrecen esa inmunidad para toda la vida del sujeto, como la del sarampión o la rubeola. Mientras que hay otras que necesitan recuerdos periódicos como la del tétanos para que mantenga la inmunidad. 

¿Desde cuándo se vacuna en masa y qué mejoras supuso ese paso para nuestra salud? 

Aunque en los últimos meses, debido a la pandemia de la COVID-19 se está hablando mucho de las vacunas, estas llevan entre nosotros muchísimo tiempo. Ya en el siglo XV se observó que algunas personas no enfermaban por alguna razón, aunque se desconocía el motivo. A partir del XVI – XVII se comienzan a realizar los primeros estudios, aunque la primera vacunación en maza llegó por el siglo XIX en el Reino Unido contra la viruela, que en España se produjo ya en el siglo XX también contra esta infección viral. 

Con las vacunas ha sido un antes y un después, desde el inicio de su uso, con un gran impacto sobre la vida de las personas. Se calcula que evitan 1.000 muertes al año solo en España y más de 3 millones en todo el mundo. 

¿Son realmente efectivas y seguras las vacunas? 

Podemos quedarnos tranquilos de que las vacunas que actualmente están en el mercado son seguras, ya que llevan mucho tiempo y recursos de seguridad para su estudio previo a su lanzamiento. Si bien no son efectivas al 100%, hay algunas que han conseguido erradicar enfermedades como la viruela que desapareció en los años ’70 de todo el mundo. 

En países, donde los índices de vacunación son altos, las infecciones como hepatitis B, el tétanos o la difteria, que antes eran muy comunes, prácticamente han desaparecido. En el verano del 2020, la Organización Mundial de la Salud dio por erradicada la poliomielitis en el continente africano, y esto se debió a la vacunación de su población. 

También existen otras enfermedades que, si bien aún no es posible afirmar que se hayan erradicado, han disminuido mucho su incidencia como las meningitis bacterianas, que son de importante gravedad. 

Las vacunas son seguras, lo que no implica que sean inocuas. Es decir, que pueden presentar efectos secundarios leves y transitorios (fiebre, malestar en la zona, molestias, etc.), pero en los que la relación riesgo-beneficio siempre es mucho más positivo vacunarse. 

Las vacunas para los pediatras son un pilar fundamental. Todos debemos promover su uso. Junto a la alimentación, las vacunas son fundamentales en la salud de los niños. Han conseguido disminuir la mortalidad, mejorando la calidad de vida. 

¿Qué es la inmunidad de grupo y qué ocurriría si no nos vacunamos? 

Este concepto quiere decir que las personas vacunadas protegen a los no vacunados. Esto es porque la mayoría de las enfermedades infecciosas se trasmiten de individuo a individuo lo que genera que se extienda la enfermedad, pero si en esa cadena de trasmisión, uno de ellos está vacunado, consigue que la cadena de trasmisión se rompa y no continúen los contagios. Si se consigue que la mayoría de la población esté vacunada, limitamos las posibilidades a la enfermedad para que se extienda, y así los individuos que por razones médicas no puedan vacunarse quedarán protegidos por la inmunidad de los que estamos a su alrededor. 

Por el contrario, si no vacunamos, esa protección desaparece ofreciendo espacio a ciertas enfermedades para que vuelvan a expandirse, incluso las que parecen haber desaparecido. 

Especialmente desde la irrupción de la COVID-19, hay una creciente corriente contra la vacunación. ¿En qué basan sus argumentos, como el de que alguna vacuna pueda causar autismo? 

Las corrientes antivacunas han existido siempre. En la actualidad, la rapidez y accesibilidad de la información digital les permite una mayor visibilidad y llegar a más gente, pero sus afirmaciones siguen sin contar con criterio científico ni los estudios a los que se acogen son mínimamente rigurosos como para avalar las creencias o teorías de estos grupos. 

Las vacunas están en el mercado porque son seguras, eficaces y han demostrado su utilidad. No producen autismo ni enfermedades, más allá de la inmunización y en ocasiones efectos secundarios leves. Salvan vidas. 

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