El doctor Gabriel España Caparrós es el jefe de Cirugía Vascular del hospital HLA Universitario Moncloa, especialista del Centro Médico HLA en Toledo, y reputado cirujano a nivel nacional que batalla desde hace más de treinta años contra las varices. Asegura que es posible tratarlas y prevenirlas.

Las varices son un problema recurrente en la población, tanto estético como para la salud. ¿En qué medida nos afecta, doctor?

“Si bien la principal causa es la edad, ya que, por debajo de los 30 años tan solo afecta a un 10% de la población, incrementándose hasta un 55% entre los 55 a 65 años, puede alcanzar hasta un 70% a partir de los 70, afectando tanto a hombres como a mujeres, que presentan algún tipo de varices.

Existen otros factores determinantes, como el hereditario. Cuando entre nuestros familiares contamos con personas que las han padecido, el riesgo de desarrollarlas se duplica.

Pero la obesidad también potencia la predisposición. Inclusive, se ha podido demostrar que mujeres que han tenido embarazos múltiples presentan una incidencia hasta cuatro veces mayor que el resto de la población”.

Suele relacionarse esta patología al género femenino, principalmente. ¿Esto es así?

“Las mujeres tienen una mayor concienciación sobre la enfermedad, y consultan hasta nueve veces más al médico en busca de tratamientos preventivos o resolutivos. No obstante, las varices tronculares (dilataciones de los troncos principales del sistema venoso superficial o de sus ramas) presentan la misma incidencia en ambos sexos. Mientras que las arañas vasculares (suelen verse bajo la piel y no sobresalen como las venas varicosas), son más comunes entre las mujeres”.

Otro mito muy extendido es que los anticonceptivos orales podrían estar detrás del desarrollo de las varices ¿Qué veracidad tiene esta creencia?

“Los estudios más recientes han demostrado que la incidencia de los anticonceptivos orales no influye de forma significativa en el desarrollo de las varices. Por el contrario, ofrecen un efecto protector frente a la flebitis (inflamación de las paredes venosas) y frente a embolismos pulmonares (bloqueo súbito de una arteria pulmonar).

Del mismo modo, se sabe que las hernias y los problemas ortopédicos no propician su aparición, aunque sí existe una asociación entre estas patologías y las varices.

Por el contrario, sí son factores de riesgo el tipo de trabajo que se realice, entre los que podemos destacar los que demandan permanecer muchas horas de pie. O padecer de otras patologías como el estreñimiento o la aterosclerosis (acumulación de grasas, colesterol y otras sustancias dentro de las arterias y sobre sus paredes)”.

Solemos relacionar las varices solo con una cuestión estética, pero además existen una serie de consecuencias sobre nuestra salud.

“Efectivamente, en torno al 15% de la población desarrollará várices con relevancia clínica, entre los 30 y 70 años. Mayormente, la gente consulta inicialmente por un problema estético que les llama la atención, pero con el tiempo empiezan a notarse otros síntomas. Como cuando se rompe el equilibrio hidrostático y las varices empiezan a producir pesadez y cansancio, especialmente si pasamos mucho tiempo de pie (ortostatismo) y al finalizar la jornada diaria. Podemos aliviar estos síntomas con ejercicio físico, un paseo o poner las piernas en alto.

También puede manifestarse otro tipo de sintomatología que puede remitir con algo de reposo en las primeras instancias, pero que a mediano plazo tiende a cronificarse como dolor de intensidad variable en pantorrillas y tobillos, calambres especialmente por la noche y en las pantorrillas, prurito o picores en los tobillos y en el dorso del pie, edema (hinchazón que se inicia en tobillos y pies y puede acabar afectando la pierna).

Por otra parte, las lesiones cutáneas aparecen una vez que está avanzada la enfermedad, cuando los depósitos subcutáneos de hematíes causan manchas pardas. La epidermis y la grasa depositada debajo de ella degeneran, desencadenando reacciones inflamatorias locales que causan fibrosis subcutánea (áreas endurecidas y dolorosas), incluso, en el 1,5% de pacientes con varices sintomáticas pueden aparecer úlceras dolorosas y difíciles de curar en torno a los tobillos”.

Usted y su equipo son referentes a nivel nacional en el abordaje de esta patología ¿qué tratamiento ofrecéis a vuestros pacientes?

“Cuando un paciente acude a nuestra consulta, realizamos una minuciosa historia clínica y las pruebas diagnósticas oportunas para decidir el tratamiento que mejor se adecúe a su caso particular.

Somos pioneros en cirugía endolaser, y la usamos con aquellos pacientes que cumplen los criterios diagnósticos. Durante la intervención, con seguimiento ecográfico de la vena safena a nivel de tobillo o por debajo de la rodilla, realizamos una punción con una aguja especial, introduciendo el dispositivo hasta la ingle. Este emite una luz roja que facilita la visualización a través de la piel.

Con el láser, realizamos disparos de longitud de intensidad y duración determinadas a lo largo de la vena safena varicosa y, finalmente, retiramos la fibra y comprobamos el estado de la vena mediante ecografía.

Este procedimiento tiene una duración de 30-40 minutos. Es ambulatorio si el tipo de anestesia es regional, o con hospitalización si aplicamos anestesia general. En los casos ambulatorios, tras una o dos horas el paciente se va de alta por su propio pie. El post operatorio en ocasiones es inmediato o, dependiendo de la cantidad de venas tratadas, puede extenderse hasta dos semanas.

Los beneficios de la técnica endolaser, respecto a la intervención convencional o con radiofrecuencia, es principalmente que, teniendo el mismo nivel de seguridad y fiabilidad que estas técnicas, presenta solo un 4% de recidivas o resultados insatisfactorios, siendo menos agresiva, exige un menor número de incisiones en tobillo e ingle principalmente, y con menos dolor post operatorio. La recuperación, por tanto, también es más rápida”

Puedes conocer más sobre el doctor y su especialidad en sus entrevistas:

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